La poética del retorno, una faena que muestra los dientes y los oculta en un silencio desquiciado. A ver. Los dientes son del doctor que nos abre la boca y nos los incrusta, sin preguntar y a carcajadas. Él nos da más dientes pero no es doctor, es el pone-saca dientes. Él nos sirve con dientes, nosotros buscamos los cuellos. Cuellos para morder con dientes a estrenar. Dientes de oro que cuestan millones y que podemos pagarlos porque nuestros papis tienen plata y nos compran lo que queramos. Nosotros, los pequebu, somos parásitos. Queremos comer, comer y comer. No hacemos más que comer bien. Comemos todo lo que hay a nuestro alrededor. Masticamos famélicamente cada cosa que nos ponen delante. Una tras otra, cogiéndola o no. Queremos que nos griten cuando cogemos, nos gritan y después no podemos dejar de llorar. ¿qué hemos hecho?, preguntamos.
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Que quede claro, una poética del retorno es esencialmente pequeñoburguesa.
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Que quede claro, una poética del retorno es esencialmente pequeñoburguesa.

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