El amor dura cinco minutos, como tomarse un té. Quien sabe sabrá: mejor tomarse un té. Yo voy a aprender de una buena vez a tomarme un té bien amargo con limón. No hace falta edulcorarlo, como está es más azucarado que el beso que turba. Y después, al rato, un sobrecito de azúcar... y otro... y otro. Despertar azucarado, bañarse con azúcar y repujar el algodón de azúcar con mis manos. Hoy comemos azúcar con azúcar, pero sin amor. Ni amor a caballo. En todo caso, a caballito... a remontar barriletes.

<< Home