miércoles, octubre 26, 2005

Hubo un tiempo en que el arte surgía en mí de un modo concreto y era tomado en serio, riéndonos. Eran las épocas del CNBA, cuando a la edad de los dieciocho años mi amigo Joaquín defendía lo que tan dulcemente llamaba mi obra. Como todo, y en contra de lo que se pronostica en su texto, ello todavía perdura en su transfiguración. Dejo aquí su temprana magia y un enorme cariño para quien fue, en otro siglo, mi estimado cómplice.