Una sensibilidad crispada aguarda del otro lado de la puerta. Pese a su convulsión interna, ella permanece cálida y serena. Su espera ha sido larga, y en su pasividad no puede más que demorar el encuentro (con ganas o sin ellas). Desde hace tiempo que nuestro espíritu se encuentra ajado y mustio, y sin embargo de tanto en tanto nos exaltamos al imaginar que tal vez con un estirón más, poniéndonos en puntas de pie, podríamos manotear el picaporte. Soñamos con un asalto a la sensibilidad, como en otra época alguien soñaba con asaltar un palacio de invierno, pero el picaporte parece cada vez más elevado. Inalcanzable. Lo único que resta es la espera y la muerte. Esperamos la muerte. Esperamos que, antes, la puerta se abra desde adentro. O tal vez después, no importa. Lo que esperamos es que se abra.
Fragmento de Anarquistas de A.B.
Fragmento de Anarquistas de A.B.

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