domingo, abril 09, 2006

En tiempo de condescendencias, uno busca su contienda. En otro tiempo, uno sueña después de acostarse. En una época hubo postres y abuela revolviendo arroces. Hoy no puedo más que cocinar once minutos y revolverme el alma con un cucharón de madera que, en su mitad, contiene una iluminación viole(n)ta y cegadora.